Sandra acababa de discutir de nuevo con su compañera de piso, otra vez por el mismo tema. Su compañera Laura le había recriminado que no hubiera limpiado la cocina, mientras Sandra le decía que sí lo había hecho. El problema era que para Laura limpiar iba más allá de lo que entendía su otra compañera, y Sandra no estaba dispuesta a gastar su valioso tiempo haciendo brillar todas las semanas la cocina.
La chica suspiró en su habitación mientras pensaba en qué podía hacer para salvar la relación con su amiga sin ceder en el asunto. Cansada, giró sobre sí misma en su cama y agarró uno de los libros que le acababan de regalar. ¡Gracias por discutir! se llamaba. Le parecía irónico que ese fuera el nombre de la portada, pero decidió darle una oportunidad.
Y tras unos días de intensa lectura, Sandra ya sabía lo que tenía que hacer para resolver el problema con su compañera. ¿Qué es lo que quieres? le dijo Laura, aún enfadada por su anterior discusión. Me gustaría hablar de la limpieza de la cocina, comentó Sandra ya introduciendo el tema. Creo que tienes razón, la cocina no queda lo suficientemente limpia.
Pero ¿qué te parecería contratar a alguien que nos limpie la casa y que sepa bien cómo hacerlo? ¿Qué dices, Sandra? le espetó su compañera. ¡Eso nos va a costar un pastizal! Pero Sandra ya estaba preparada para esa reacción y se encontraba armada hasta los dientes con herramientas de influencia. Tienes razón, Laura. ¡Qué tonta he sido! Yo tampoco quiero gastarme tanto dinero por alguien que solo nos limpie y sé que tu situación económica no es buena.
Sandra acababa de utilizar el lugar común y la empatía para bajar las defensas de Laura e iba a lanzar su siguiente ataque. ¿Sabes? continuó hablando Sandra. En casa de mis padres no tuve la oportunidad de ayudar mucho con la limpieza, ya que estaba todo el día en clases extraescolares y ya sabes lo que me cuestan los estudios. Cada vez que limpio la cocina intento hacerlo lo mejor que puedo, pero entiendo que no quede tan bien como lo haces tú, ni como me gustaría en realidad.
Sandra acababa de utilizar la herramienta del enmarcado y había reformulado el asunto de que no limpiaba, como decía Laura, a que limpiaba lo mejor que ella podía hacerlo. Yo te puedo enseñar a cómo hacerlo, le respondió Laura más relajada. No es difícil, solo tienes que esforzarte un poquito más quitando las manchas de los muebles y el polvo. Es buena idea, Laura, te lo agradezco.
Sandra ya había cargado su último ataque. Pero con lo torpe que soy sé que tardaría varias semanas en pillar la forma de hacerlo tan bien como debería y no quiero que tengas que soportar la cocina sucia durante más tiempo. ¿Qué sugieres entonces? Le preguntó Laura sin saber a dónde se dirigía. Lo que puedo hacer es facilitarte el trabajo para ahorrarte tiempo.
Ya que limpias tan bien, ¿qué te parecería que en mi semana de empieza yo quitará la suciedad más grande y que sé que puedo hacer bien? Así tú en tu semana tendrías menos trabajo y podrías dejar la cocina tan limpia como debería estar. Laura se quedó mirando a Sandra un momento a los ojos, pensando en si lo que decía de verdad tenía sentido para ella.
Déjame pensarlo y te digo, pudo contestar al final la chica. Sandra se despidió de su compañera victoriosa sabiendo que había ganado. Si su amiga aceptaba el trato, ella podría seguir limpiando la cocina a su manera sin perder más tiempo sabiendo que Laura se ocuparía la semana siguiente de hacerlo a fondo. Y si no lo aceptaba y decidía que lo mejor era enseñarle, ella podía aludir a su torpeza y seguir durante semanas con su estilo de limpieza.
Eventualmente su compañera se acabaría resignando o olvidándose del tema y pasar a lo que pasara acabaría ganando. Sandra volvió a su habitación con una sonrisa en la cara, abrazando el libro que le había permitido solucionar su problema. Sabía que esas herramientas le servirían para persuadir a muchas otras personas en su vida y que podía conseguir lo que deseaba si se lo proponía.
Por cierto, probablemente te estarás preguntando en qué consisten las herramientas que utilizó Sandra y qué otros secretos esconde ese libro. Te invitamos a que las descubras leyendo el resumen del libro Gracias por discutir por J. Heinrich en Líder Súmaris, de forma totalmente gratuita. Te dejaremos un enlace en la pantalla y abajo en el primer comentario para que puedas verlo.
Un abrazo y que utilices la persuasión para lograr todo lo que desees en tu vida.